La Chinita cautiva el corazón de quién visita la Basílica, de quién la vea salir en procesión, del que escucha una gaita en su honor y de todo aquel que de labios de un zuliano oiga cuánto la veneran.
Hizo del Zulia su casa hace 311 años. El 18 de noviembre de 1709, cuando ocurrió el milagro de la renovación de su imagen en la Tablita hallada en aguas del lago. Una virgen morena bendice a sus hijos, a un pueblo que la reconoce y venera como Madre y Patrona de la región.
Ahora es noticia: CNP Caracas denunció al menos 309 ataques a la prensa en lo que va de año
Donde se encuentre un zuliano allí está la Virgen de Chiquinquirá, reza un viejo dicho. Sin embargo, la nostalgia por el país ha expandido la devoción por la Chinita en el venezolano que vive fuera en el extranjero.
Bajada de la Chinita
Como manda la tradición, el último sábado del mes de octubre, a la reina morena la bajan de su camarín para dar comienzo a las fiestas patronales y llevarla a encontrarse con su pueblo. Este año debido a la COVID-19 las tradiciones han cambiado.
La espera de miles de devotos de la Chinita por ver de nuevo frente a frente a su santa patrona, llegó a su fin el pasado domingo 15 de noviembre, cuando la reliquia sagrada de la Virgen del Rosario de Chiquinquirá fue sacada al pórtico de la Basílica, donde los feligreses pudieron estar algunos segundos en un reencuentro.
La iglesia católica aprovecha las redes sociales y grupos de WhatsApp para llevar la palabra de Dios a los hogares zulianos en medio de la cuarentena, aunque las fallas eléctricas y de conectividad siguen siendo una barrera. Las comunidades añoran reencontrarse con su patrona, la Virgen de Chiquinquirá.
Tradiciones en pausa
La cuarentena estricta obligatoria mantiene a Maracaibo desolada. El bullicio típico del centro de la ciudad, escenario viviente de la fe por la Chinita, está en pausa. La basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá, como la mayoría de los templos, también cerró sus puertas.
Las redes sociales han sido de gran ayuda tanto para la iglesia como para la feligresía, aunque ha significado un cambio drástico la modalidad, adaptarse a esta nueva realidad de grupos de WhatsApp, transmisiones por Instagram, cadenas de oración y hasta acompañamiento espiritual.