Día 14: respirando el mismo aire que mi suegra

A Mariana la conozco desde hace unos cinco años. Su tez blanca, risa estruendosa y cabello color chocolate siempre son rasgos que recuerdo pese a que no nos vemos seguido.

En estos días de aislamiento he conversado con muchos amigos. A algunos los conocí en la infancia, bachillerato, a otros en empleos, y a Mariana, la bella y divertida Mariana, en los días en los que hacíamos teatro.

De los relatos de mis amigos he escuchado de todo, pero el de ella ha sido bien particular. Recientemente nos pusimos al día y nos enteramos de lo que estábamos haciendo. También recordamos anécdotas, hablamos de temas del momento, hasta que llegó la sorpresa: me comentó que se había enseriado desde hace seis meses con un muchacho que conoció en la universidad.  ¿Por qué la sorpresa? Mariana es de esas personas que considero un alma libre, alguien que se entregaría al amor mucho más tarde de lo pensado.

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El comienzo

Pero el cuento no es ese, sino su suegra. Imaginen pasar estos días en los que la paciencia es un reto y el encierro te consumen, al lado de una persona que no conoces del todo y que además no es un familiar directo. La convivencia, en medio de estas circunstancias, prácticamente pende de un hilo.

En este relato llamaremos a la suegra H, letra con la que la protagonista de esta historia se refiere a la señora. Y aclaro, en este texto no voy en contra de las suegras, solo hay que destacar la resistencia mental que pueden tener algunos en nombre del amor.

En esa lotería de la mamá de nuestras parejas algunos salen premiados y otros no tanto. Mariana, en su caso, está averiguando qué le tocó: solo había ido uno que otro fin de semana a donde su novio, pero ahora se ha instalado y ya van 14 días. ¿El escenario de esta querella? Un apartamento para tres personas: H, su novio y ella.

Al principio de la cuarentena todo transcurría a la perfección, hasta que las mañas de ambas generaron diferencias. A Mariana, por ejemplo, le gusta la música a todo volumen mientras lava la ropa, sobre todo si es el Olga Tañón, pero H es de las que prefiere que el silencio arrope su casa cuando realiza cualquier oficio.

En la cocina los conflictos no han tardado tampoco en aparecer. “Me gusta cocinar tranquila, en paz, y solo pude hacerlo los dos primeros días desde que comencé a vivir con ellos. De resto, simplemente no me dejó. Y está bien, pero yo también quiero cocinar. A mí la pasta no se me pega”.

¿Qué más pasa con su suegra?

Por la limpieza también ha habido incomodidades. Mariana notó con más frecuencia que en este aspecto su suegra no quedaba conforme. Por ejemplo, H vuelve a barrer, luego de que su nuera suelta la escoba.

En nuestra conversación me aseguró que, por ahora, no le ha afectado estar en casa. Lo que no disfruta es ver cómo están llevando las cosas en un hogar que no es suyo. Y por lo tanto no puede reclamar o refutar.

“Hay cosas que a mí me encanta hacer cuando estoy en casa: como estar en pijama si me da la gana, ver películas acostada, sentada o como sea, cocinar a la hora que me da hambre, cantar a todo pulmón. Cuando se vive en pareja, en mi caso por ejemplo, he cambiado algunas cosas, no todas. Pero con la mamá aquí…. Cambia casi todo”, dijo.

El comedor es el espacio más álgido de la casa. Acá se dan mayormente las peleas entre H y su hijo, el novio de Mariana. Esto desencadena momentos muy incómodos y prefiere no intervenir en las discusiones que son externas a ella, aunque sí ha sentido que en algunas partes su suegra comienza a lanzarle indirectas.

Suegra en cuarentena
Foto: El comedor de la casa donde está actualmente Mariana

Otro capítulo de estos lapso de encierro se remonta al día en el que H le sirvió una taza de fororo para cenar y, por cortesía, tuvo que tomarlo con la cara que ha practicado durante años para situaciones como estas. «Yo no tomo eso y tú lo sabes. Y ajá, cómo iba a decir ´umm, no, no quiero´. Qué pena».

La incertidumbre de la cuarentena

Desde que la conozco Mariana ha sido muy pacífica, siempre le ha gustado llevar las cosas sin discusiones, por eso estas situaciones incómodas no me preocupan, lo que sí la alarma, al igual que a mí, es la tensión que se ha generado y más porque desconocemos la duración de la cuarentena.  

Probablemente se preguntarán por qué no vuelve a su casa. Su novio vive en San Antonio de los Altos y ella en San Martín. Se ha planteado la opción de regresar a donde vive, así sea para obtener un poco de paz, pero está consciente de las circunstancias actuales en donde la prohibición del libre tránsito y la falta de transporte público le juegan en contra. Por esta razón debe esperar.

Lleva 14 días junto a H. La cuenta la lleva muy bien. Sabe que durante estas dos semanas ha respirado el mismo aire que su suegra y aun así ha salido victoriosa, solo espera que con el transcurrir del tiempo el panorama mejore para que su paciencia no sea una víctima de la cuarentena.

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