Samira representa todo lo que significa una fecha como el 8 de marzo. Es una mecánica venezolana en Argentina, resiliente, que día a día lucha por romper estereotipos y ganar espacios que en el pasado, sólo eran ocupados por hombres.

Emigró en el año 2015 y llegó junto a sus hijas a territorio argentino, con 40 años, una maleta llena de sueños y sin ahorro en los bolsillos. Pero tenía la convicción que trabajando duro podría tener una mejor calidad de vida para ella y su familia.
Gracias a su experiencia de al menos 30 años como mecánica automotriz, pudo materializar uno de sus más grandes sueños. Aunque sus inicios no fueron fáciles y todo parecía cuesta arriba, logró tener su propio taller mecánico en Salta, al noroeste argentino donde hace vida. “No era tan fácil. Primero, por ser extranjera. Segundo, por ser mujer. Y tercero, por venir sin nada”, recuerda.
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Ser mujer y mecánica en Venezuela
Samira confiesa que a diferencia de lo que ha sentido en Argentina, cuando se dedicaba a este oficio en su país natal, Venezuela, sentía mucho prejuicio por parte de la sociedad, a su juicio, la juzgaban creyendo que por ser mujer no tendría la misma capacidad de trabajar con los autos que un hombre.
Muy al contrario del concepto que se pueda tener, Samira aún cuando cumple su rol de mecánica no deja de ser femenina. Es coqueta por naturaleza, como cualquier otra mujer que trabaje en otro espacio. También usa tacones, vestidos y se maquilla.
De lavar autos a tener su propio taller de mecánica
Mientras se ganaba la vida lavando autos, en su mente solo estaba latente esa idea de tener su propio taller, y empezó a trabajar para hacerlo posible. Junto a un amigo, decidió sacar adelante el proyecto y sortear cualquier tipo de obstáculos.
Para esto necesitaban dinero, así que además de su trabajo en el estacionamiento, la venezolana empezó a vender comida y ropa. Demoraron en total un año y medio hasta ahorrar lo suficiente para cubrir los gastos del depósito, los meses iniciales de alquiler y el contrato del galpón.
Fue así como nació en el 2019 su taller: ‘Multiservicios El Maestro’. Para sorpresa de Samira les fue mejor de lo que esperaban, sus clientes iban en aumento considerable. “En Venezuela o donde esté, mientras se tenga fe en lo que se hace, y le guste a uno lo que uno hace, lo puede hacer donde quiera”, dijo en su testimonio a Acnur.

La venezolana se enfrentó a los obstáculos de la pandemia
Todo iba bien hasta que llegó la pandemia y su negocio también se vio golpeado como el de muchos comerciantes. El miedo por supuesto se hizo presente, no solo se paraban sus ingresos, sino que las facturas por pagar se acumulaban, al punto que en algún momento llegó a pensar en entregar el local, vender todo y empezar de cero.
Pero no se quedó parada. Aunque tuvo que cerrar por un tiempo, la venezolana decidió reabrir para prestar servicio a las ambulancias, vehículos policiales y todos los que trabajaran como esenciales en ese complicado momento de cuarentena por Covid-19.
De esta forma no solo estaría ayudando con su trabajo, sino que generaba dinero para sobrevivir junto a sus compañeros, que también tenían familias que sostener.
Samira, la mecánica venezolana que se convirtió en inspiración para otras mujeres
Samira forma parte del programa del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), cuya tarea es apoyar a negocios liderados por mujeres refugiadas y migrantes. Por lo que su historia ha servido de inspiración para otras mujeres en su proceso de materializar sus proyectos en Argentina.
Acudió a la convocatoria de la organización, sin tener la plena seguridad de qué iba a pasar. “Pensé que no iba a ser posible… No me lo esperaba, porque siempre fue difícil acceder a créditos o subsidios. Por eso fue una sorpresa”. Esto le permitió comprar más herramientas y equipar su taller como siempre lo había soñado.
Sus sueños no se detienen. Hoy, Samira apunta a seguir generando puestos de empleo y creciendo en su taller. Además, anhela poder crear una escuela de mujeres mecánicas y romper así con los estereotipos, además servir como impulso para que se visibilice la capacidad de los ciudadanos que emigran de su país de origen, como ella. “Las personas que salimos de Venezuela somos gente preparada”, recalcó.