La prostitución en Venezuela, una opción para algunos en medio de la crisis
La prostitución en Venezuela se ha transformado y ha tocado puntos de la sociedad que quizás muchos no pensaban. El detonante en la mayoría de los casos ha sido la crisis económica que ha vivido el país durante varios años.

En Noticias Todos Ahora presentamos historias de personas que se han dedicado a ofrecer servicios sexuales en la búsqueda de ingresos. Los testimonios presentados respetan la identidad de las víctimas por temor a señalamientos.
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En su mayoría, las personas que decidieron hablar de su oficio son jóvenes, quienes han detallado qué los llevó a esta situación y el dinero que pueden obtener.
Crisis económica ha hecho que mujeres emigren a las minas a prostituirse
Era un martes, pasadas las 3:00 de la tarde. El sitio no tenía ningún letrero. Pero los vidrios reflejaban que en más de una ocasión las cosas se habían puesto violentas. Desde afuera no se puede ver nada. Pero se escuchan personas hablando y riendo.
Tras tocar la puerta varias veces, sale un hombre, el cual medio abrió la puerta. Tras explicarle el motivo de la visita, volvió a cerrar y tocó esperar otros minutos más.
Nos dejó entrar, para que habláramos con el grupo de mujeres que trabaja en el local conocido al sur del estado Bolívar como “curatela”-prostíbulo-. De un lado hay un pequeño ‘salón’ algunos hombres permanecen sentados en unas sillas de plástico, mientras algunas mujeres los acompañan.
Llegamos al patio del local que en algún momento fue una vivienda. La realidad es muy distinta a la que vimos al entrar. Más de 6 mujeres están lavando su ropa, rodeadas de tobos llenos de agua, sillas, detergente y ganchos.
Conversan de distintos temas. Mientras algunas miran con recelo e incomodidad el que estemos ahí. Ese día, hace 2 años, conocimos a Laura-nombre ficticio-. No era muy alta. Tenía su cabello corto, y ya estaba arreglada para trabajar.

Pero antes de eso, decidió conversar. Para ese entonces, tenía menos de 30 años. Laura es oriunda de Puerto La Cruz, en el estado Anzoátegui. Una amiga, fue la que le dijo para que se fuera a El Callao al sur del estado Bolívar, a trabajar.
Y eso hizo, dejó a sus 4 hijos al cuidado de su mamá. Tomó su bolso, con algunas cosas y se fue a vivir y trabajar a un sitio del que solo había escuchado hablar. Durante 3 años, estuvo trabajando en ese negocio ubicado en una de las calles de El Callao.
Hoy, Laura tiene 31 años, nos relató que “unas de las cosas que le llegaron a pasar es el maltrato de los clientes al negarme de sus peticiones que no estaban incluidas como quien dice en las normas del trabajo”.
“La otra son las drogas y pastillas que ellos no colocaban en la bebida. Una vez estuve casi toda la noche y parte del día en el hospital por una sobredosis. Debido a que me habían colocado algo en la cerveza”, sumó.
La crisis económica
El Observatorio Venezolano de Finanzas, explicó que la inflación se atenuó en el país debido a medidas macroeconómicas que ha implementado el chavismo desde el año 2021, las cuales han sido, “la dolarización parcial de la economía: precio de la gasolina y servicios públicos, menos los salarios de empleados públicos, estabilización del tipo de cambio a cualquier costo, fuerte contracción del gasto público y restricción monetaria mediante el estrangulamiento del crédito bancario y la asfixia al sistema financiero (encaje legal al 85%)”.
Laura admite que fue esa crisis económica la que la llevó a estar en el mundo de la prostitución. “Algunas mujeres están por la misma lucha de ayudar a sus familiares, otras están por que les gusta su trabajo, trabajo en el que existen peleas, humillaciones, robos, y más. Normalmente, solo las trataba lo normal para no tener enemigas, pero siempre andaba sola”.
Ella es madre soltera. De su familia, la única que sabía la verdad sobre lo que estaba haciendo en El Callao, era su mamá.
Suma que la situación del país ha hecho que cada vez más mujeres jóvenes emigran al sur del estado Bolívar a prostituirse, “conmigo trabajaron mujeres de Nueva Esparta, Caracas, Valencia, etc. Y las hay de todas las edades, muchachitas de 13,14 años como ya señoras que pasan los 50”.
“Por cliente se le cobraba 5 puntos de oro por ‘ratos’ es decir, unos 85,00 Bs.-actualmente-, y el cliente le daba al negocio 1 punto. Por las amanecidas se cobraban 2 gramas de oro, unos 340,00 Bs. y para el negocio se le daba 5 puntos de oro y bueno, el cliente, que eran pocos, depende de tu trato te daban algo más”, relató la joven.
Salir de ese mundo
Hace menos de un año, Laura dejó ese ‘mundo’, como lo define ella. Confiesa que la experiencia me ayudó con mis hijos, porque soy madre soltera. Pude comprar cosas que me hacían falta y conocer a mi actual pareja que me sacó de ese mundo de perdición”.
Laura ya no trabaja en ese local en el que la conocimos hace dos años, ahora es ama de casa y tiene un puesto de chucherías. Se casó. Y pudo llevar a sus hijos con ella hasta El Callao.
Trabajo sexual, una oportunidad que toman las jóvenes en Barquisimeto
En la popular avenida 20, del centro de la ciudad de Barquisimeto, cuando cae la noche, hombre y mujeres salen a vender su cuerpo para poder subsistir. En los últimos meses, las jóvenes toman el trabajo sexual como una opción para salir adelante.
Tal es el caso de una chica de 18 años, quien prefirió mantener su identidad bajo anonimato, para contar su historia y comentó que, cuando tenía 17 años de edad decidió salir de su casa todas las noches y plantarse en una de las esquinas de la avenida 20 para ofrecer sus servicios sexuales y poder mantener a sus hermanos; porque su madre ya había emigrado a Colombia para trabajar y mantenerlos, pero aun así era insuficiente.
Al cumplir 18 años y luego de vivir horrores en la calle, como el sufrir una violación y tener que pagar una vacuna de 30 o 40 dólares diarios, para poder laborar en dicha zona a pesar de que lo hacía clandestinamente, esta joven conoció el Night Club “Río Tocuyo” ubicado en el centro de la capital larense y desde entonces, es una de sus trabajadores sexuales del lugar junto a su hermana donde pueden ganar entre 50 y 120 dólares por noche.
“He aprendido a valorarme, me he hecho fuerte mentalmente y me he fijado metas”, precisó. Y añadió que, antes de llegar a este club nocturno, desconocía totalmente los riesgos que corría al tener relaciones sexuales con diferentes personas, por lo que agradece que, ahora, cumple con los chequeos médicos y vive en un ambiente de respeto.
En cuanto a la vida nocturna de esta ciudad y negocio de los servicios sexuales, Yesenia Soto, encargada del Night Club “Río Tocuyo” mencionó que, durante un año y siete meses, estos sitios estuvieron cerrados por la pandemia de la COVID-19, lo que llevó a las trabajadoras sexuales a migrar a las calles para poder subsistir.
Desde el pasado mes de noviembre, el club reabrió sus puertas y ante la llegada de este tipo de jóvenes al lugar, Yesenia sostiene que, todas tienen una historia que contar y hay que respetarlas.
“Hagan que esta vida sea corta” exclamó, etiquetando esta frase, a su madre, la conocida señora Marina, quien por más de 45 años se ha dedicado al negocio y le recomienda a sus trabajadoras, que produzcan el dinero que necesitan y se vayan; debido a que nadie se dedica a ese mundo por placer.
Los hombres también incursionan en el negocio
Gabriel es un joven de 27 años de edad que reside en Pampatar en la isla de Margarita. Estudió turismo en la universidad y es un futbolista destacado. Se considera un muchacho tranquilo y con buenas costumbres.
En marzo del 2020, cuando inició la pandemia, quedó confinado en su casa como la mayoría del mundo. Ese primer mes cobró su sueldo base, sin ningún tipo de problemas. Lamentablemente en menos de un mes y medio fue despedido.
El turismo estaba totalmente paralizado. No había vuelos, ferris y los hoteles estaban cerrados. Esta situación originó que la empresa donde trabajaba quebrara.
En unos días los pocos ahorros que tenía se esfumaron y aunque trató de conseguir trabajo en otras áreas, a causa de la misma pandemia, se le hizo imposible.
Una noche estaba en su casa revisando las redes sociales cuando leyó un artículo sobre una aplicación de citas. Explicaban como en algunos países de Europa hombres latinos ofrecían sexo por dinero.
Pensó que esto podría hacerlo en la isla de Margarita y que seguramente habría mujeres dispuestas a pagarles. Considera que tiene buen cuerpo y es simpático.
Relatos en Venezuela
Descargó la aplicación, abrió su perfil y comenzó a ofrecer sus servicios. Relató que las mujeres jóvenes que lo contactaba no buscaban sexo por dinero. Entonces cambió la estrategia a mujeres maduras, pero tampoco prosperó.
Gabriel se sintió decepcionado y dejo de intentar. Entonces una tarde fue a un centro comercial y al entrar a un baño público notó que un hombre lo miraba fijamente. En ese momento pensó que su mercado eran homosexuales y no mujeres.
Indagó en internet si existían apps de citas para gays y consiguió una bastante similar a la que usaba con mujeres.
Al abrir el perfil no puso una fotografía de su rostro, sino de su torso sin camisa. En pocos segundos comenzaron a escribirle muchos hombres.
Esta vez su estrategia fue conectar con las personas, pero cuando lo invitaban a un encuentro les decía que tendría un costo.
Relata que muchos no accedían a pagar, y les cortaba la comunicación. Algunos se interesaban a preguntar cuál era la tarifa. Como nunca había cobrado comenzó cobrando 25 dólares. Ninguno aceptó.
Entonces rebajó su tarifa a 15 dólares algo que consideraba económico para el sacrificio que hacía por acostarse con un hombre.
Entonces empezaron a acceder a pagarlos. La primera vez que estuvo con otro hombre fue con un sujeto de unos 50 años de edad.
Este lo buscó cerca de su casa y lo llevó a un motel. Se sorprendió cuando supo que era casado, pero pronto se dio cuenta que la mayoría de los clientes serían hombres casados, con hijos y hasta nietos.
Relata que los homosexuales jóvenes lo contrataban, pero eran pocos y esporádicos los encuentros. Mientras que los mayores se enganchaban.
Gabriel cuenta que en principio le resultó complicado tener sexo con hombres, pero empezó a enfocarse en lo que sentía y no con quien estaba.
En los primeros encuentros perdía la erección o no llegaba a eyacular, pero comenzó a concentrarse y logró hacerlo.
Aunque le cuesta ver esos encuentros como prostitución masculina, está claro que esa fue la única forma de sobrevivir a la pandemia.
Comenta que llegó a vivir tranquilo con estos intercambios sexuales, pero a finales de 2021 consiguió trabajo en su área nuevamente.
Aunque no dejó de vender su cuerpos, si bajó significativamente el numero de encuentros.
La frontera, terreno abonado para la prostitución en Venezuela
En el estado Táchira, fronterizo con Colombia, esta actividad también se hace común. Sin embargo, las irregularidades que ocurren con la práctica de la prostitución son alarmantes.
Según Beatriz Mora, ex presidenta de Intamujer (Instituto Tachirense de la Mujer) en Táchira y defensora de los derechos de la mujer y protección de la niñez con la fundación Proidheas, en el estado los casos de explotación sexual continúan registrándose. Entre los casos más destacados mencionó:
Puso como ejemplo «La casa de explotación sexual» en Pirineos (San Cristóbal – Táchira), donde encontraron a niñas que eran utilizadas para pornografía fotográfica. Lamentablemente el pedófilo quedó libre después de un tiempo detenido, aseguró Mora. Este caso se presentó hace aproximadamente dos años.
También desmantelaron dos casas en donde grababan pornografía en Táriba, municipio Cárdenas, en estos lugares había muchachas entre los 18 y 25 años, aunque también había menores de edad. Mora indicó que estás jóvenes vivían en esas casas, pues no se les permitía salir de ellas y allí mismo las prostituían mediante las cámaras de los celulares o computadoras.
Destacó que en el 2021 se detectaron más de 18 casos de adolescentes que eran traídas desde el interior del país hasta el Táchira, sin documentación y sin personas que las acompañara, afín de ofrecerles “oportunidades de empleo” en el estado o fuera del país. Estas adolescentes eran contactadas por Facebook y la intención era venderlas luego que cruzarán la frontera colombo-venezolana.
«En una ocasión hablé con una de las adolescentes de 15 años, ella me comentó que la contactaron por Facebook, un muchacho desde Perú, él la enamoró y luego la invitó a vivir con él en el país inca. La joven le dijo que como hacía para llegar, y él le indicó que se acercara al terminal de La Bandera y tomara un bus a Táchira, y así le dio las especificaciones», aseguró.
Más detalles sobre la prostitución en Venezuela
La especialista detalló que los cuerpos de seguridad en cada alcabala nunca le pidieron documentación a la joven de 15 años, “luego de llegar al terminal de San Cristóbal la adolescente pasó al baño asustada, allí consiguió a dos adolescentes que al verlas empezó a llorar de lo nerviosa que estaba, estas adolescentes hablaron con la joven de 15 años y afortunadamente una de ella había escuchado las entrevistas de Intamujer, en el que se mencionaba los casos donde eran captadas las jóvenes desde el centro de país y las traían para venderlas en Colombia”.
La joven fue entregada a la policía municipal de San Cristóbal e Intamujer se hizo cargo de ella. Sin embargo, Beatriz mencionó que lo que ella siempre reclamó era el por qué la GNB que cuida las alcabalas permitía que adolescentes llegarán al Táchira sin documentación alguna.
“Eso me hace inferir que la red de prostitución o de tráfico de personas está instalada a través de toda Venezuela y que al lograr pasar las adolescentes a Colombia, estas son víctimas de la venta o explotación sexual en otros países, lamentablemente esto está ocurriendo y en estos momentos tenemos coartada la opinión pública en Intamujer, pues desde allí se daba balances mensuales, pero ya eso cambio pues no hay autorización para hablar desde ese instituto”, aseguró.
NTA en reiteradas ocasiones intentó obtener la opinión de la nueva directiva del Instituto Tachirense de la Mujer, pero nunca hubo respuesta positiva.
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