Desahogo en cuarentena

Son las 3:47 pm del sábado 11 de abril. No estoy en mi casa, no estoy en mi ciudad, tampoco en mi país. Pero a esta hora, hace ya tantos años que no quiero recordar, Chávez había sido “derrocado” y el futuro de Venezuela se veía brillante e iluminado. Pero apenas dos días después, se acabó esa ilusión y el panorama se pintó de rojo. Un rojo revolucionario, rojo de pasión por “El Comandante Eterno y Supremo”. Rojo de cifras negativas, rojo de sangre en las calles por los asesinados a causa de la violencia y de la revolución bolivariana.

Tantos años después de aquella fatídica fecha, “El Gigante Chávez” ya no está. Murió en extrañas circunstancias en la tierra de la ideologización de la izquierda latinoamericana, en Cuba. Aún así, su legado de odio, destrucción y desesperanza continúa presente en Venezuela.

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Venezuela en rojo

Una Venezuela en donde, como dijo una vez un profesor, “las cosas increíbles pasan tres veces al día”. Como ver que arrestan a una persona que tenía una estación de servicio de gasolina en su casa. En donde “reciben” a quienes se devuelven a la “Patria Grande” y los hacinan en condiciones insalubres en Táchira. Y en donde el Bolívar, la moneda oficial según las leyes, no sirve ni como servilleta.

En pleno 2020, un año que era esperanzador para muchos, ha terminado convirtiéndose en una pausa que parece interminable. Donde cada día es igual, donde en cada noticia simplemente ves muertos, en las redes sociales, aduladores y detractores, casi por igual, de las medidas que toman los gobiernos nacionales y, por grupos de Whatsapp, circulan fake news y cadenas religiosas que aseguran que la curva del coronavirus es la siguiente: “revisa tu Biblia, encuentra un cabello, ponlo a hervir en agua y tómate eso junto a tu familia”.

El mejor y peor tiempo

Como escribió una vez Charles Dickens, palabras más palabras menos,  “es el mejor de los tiempos, es el peor de los tiempos”. El mejor, porque estamos interconectados a través de la red para estar más cerca de la gente. A su vez, el peor de los tiempos para muchos que, se quedarán (o quedaron) sin empleo, su arrendador no tiene intenciones de rebajar el valor de pago mensual y están en una lista de espera de unas 45mil personas aproximadamente. Esperando a que les seleccionen como repartidores, para llevar pedidos por un valor igual o menor a 2.800 pesos (menos de lo que vale la hora legalmente en Colombia). Mientras escribo esto, repito una y otra vez la misma canción mientras sueño despierto (porque en las noches ni sueño ni duermo), sobre cómo sería mi vida si aquel 11 de abril hubiesen hecho las cosas bien. Sobre qué estaría haciendo en este momento de Semana Santa si, en China, no quisieran comerse cualquier animal que pueda moverse. Y, por supuesto, sobre cuál reportaje estaría haciendo en vez de tener un torbellino con un mil y un cosas en la mente. En estos tiempos sombríos, oscuros e inciertos de cuarentena.

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