Día 114: De hijo a cabeza de hogar
Para Miguel Mendoza, tener 24 años y vivir en Venezuela representa un gran reto cada día que amanece. Muchas son las causas, pero la primera de todas es ser él, quien lleva el pan a su casa y cubre con todos los gastos de su madre de 56 años, su padre de 58 y su hermana de 19 años. Pasó de hijo a cabeza de hogar.
Siempre pensó que para esta edad, iba a tener su propia casa o por lo menos ser independiente y tener una vida que le permitiera darse pequeños “lujos”, pero la realidad es otra.
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¿Cómo pasó de ser hijo a cabeza de hogar?
Es profesional de la comunicación y trabaja para un medio de comunicación. De los pocos que aún están el país. Además de esto, hace de todo para redondear el salario y poder comer “decente”. Vende cosas usadas por páginas de ventas, hace trabajos de investigación, trabaja de community manager para un emprendimiento y se desvive porque el dinero alcance para comer los 30 días del mes.
A pesar de su realidad, se siente afortunado de poder tener un trabajo digno y ganarse el dinero de una manera honrada, como buen hijo siguiendo lo que siempre le inculcaron sus padres. Sabe de muchos jóvenes su edad que han tenido que dedicarse a actividades ilícitas. Todo, para poder ganar algo más de dinero y también mantener a su núcleo familiar.
Algunas de esas actividades son del conocimiento de muchos jóvenes en Venezuela. Podría decirse que es un secreto a voces, como por ejemplo, ser dama de compañía, vender fotos de desnudos, vender droga o simplemente ser el testaferro de algún familiar, “enchufado” como le dicen.
Miguel organiza su dinero estrictamente y con mucho cuidado. No se permite lujos, como comprarse zapatos o un vestido, porque sería descompletar su presupuesto. El cual incluye el pago del condominio de su edificio, el cable de televisión y las medicinas de su papá que es diabético.
Cuarentena
Le tocó en cuarentena hacer mercado solo y dejar a sus padres en casa resguardados. Caminar largos trechos, con suficiente peso en sus espaldas. Buscar dentro de él, ese espíritu de resiliencia y de fortaleza para aguantar. Averiguar los precios más económicos, sacar cuentas, llevar su lista de alimentos y medicinas y hacer rendir el dinero han sido de las tareas que más va a recordar de este confinamiento.
Su madre y su padre, ambos profesionales de la administración pública y ya jubilados, logran reunir entre los dos 12 dólares mensuales que solo alcanza para comprar comida para un dos días. Y una pensión de 2 dólares cada uno que llega a costear un cartón de huevos.
Miguel, como tantos jóvenes venezolanos, no quiso irse de su país. Se aferró a la idea de que llegará en algún momento el ansiando cambio que todos quieren. Pero a veces se pregunta si tomó la mejor decisión o si debió marcharse en el momento que tuvo la oportunidad.
Más de su familia
Su hermana, estudia medicina en la universidad de oriente, y la situación de la misma, ha hecho que piense en retirarse. Esto, por no tener ni un microscopio dónde ver clases, sentir que estudia a “medias” y no querer convertirse en una profesional mediocre. Actualmente, no puede trabajar porque su carrera no se lo permite. Pero la situación cada día solo le deja la opción de dejar la universidad y conseguir un trabajo.
Su futuro lo ve muy incierto. Comprar un carro, un apartamento o simplemente casarse antes de los 30 años y formar una familia como en algún momento lo soñó en su plan de vida, es algo que no sabe si algún día podrá. Por los momentos debe vivir un día a la vez en este país que diariamente es una supervivencia.
No perder la esperanza y ser fuerte son las armas para que Miguel no pueda caer, porque sabe que de él dependen ahora dos personas mayores, que a su vez cuentan con su hijo. Además de lo que pueda ayudar o necesitar otro de sus familiares que también están pasándola mal.
Miguel, es muy creyente en Dios y siente que él nunca lo ha abandonado, y hasta en sus peores momentos ve su obra en su familia. Para él, mantenerse aferrado a Dios y a su familia que siempre ha estado unida son sus principales motores que le han permitido seguir.
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