Ana Hernández es una de las tantas venezolanas, madre y abuela, que debe cargar por casi dos horas una gran cantidad de troncos secos en su espalda. Se levanta todos los días a las 6:00 am y sin desayunar emprende su rutina diaria a las afueras de Unare I, en Puerto Ordaz, lugar donde vive con su hija María Paula y sus tres nietos.

La señora va todos los días hasta la comunidad 11 de abril, en San Félix, quien se dispone a cortar palos secos en una zona montañosa, zona que es peligrosa por la inseguridad.
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Sin gas desde hace más de tres meses y la leña es la única opción
Desde hace tres meses la leña ha formado parte de las provisiones que debe llevar a casa, porque no cuentan con el servicio de gas. Hace un mes Bolívar Gas le prometió que le llevaría una bombona grande a su casa. Ana, entre lágrimas dijo que esas promesas quedaron solo en palabras. Sin embargo, buscar leña se ha vuelto parte de su rutina diaria y su pan de cada día. Su única preocupación es perder a un familiar a causa del humo que genera la leña.
Leña solo alcanza para preparar dos comidas diarias
La leña que busca solo le alcanza para dos comidas diarias. En casa de Ana solo se come almuerzo y cena, se saltan el desayuno, ya que deben ahorrar los pedazos de troncos. El patio de su casa fue el lugar que transformó en cocina, para evitar que el humo entrara a su vivienda, aunque trata de tapar el humo con algunos bloques de cemento y pedazos de zinc, no lo logra porque se propaga al quemar la leña.
Mientras conversábamos su mirada estaba sumergida en la candela del fogón, casi nunca me miraba a los ojos, porque le daba pena que la viera llorar. Por momentos sentí indignación y quería encontrar la manera de que se sintiera bien, de que no llorara…
No dejaba de llorar y de lamentarse por su situación compleja, pero con su mirada entendí cosas como que la crisis cada día empeora, y que Ana no está acostumbrada a lidiar con la escasez: indignación y odio podía ver en su mirada.
Le pregunté: ¿Qué sientes? –
«¡Ay mija!, está situación es dura, no entiendo como un país rico en petróleo está sumergido en la ruina y la desgracia, mientras que Maduro y su gente cocinan en gas, nosotros nos morimos cocinando a leña, porque no vienen ellos a mi casa y yo me voy para la de ellos», respondió con mucha indignación.
Enfermedades respiratorias a causa de cocinar a leña
A causa del humo que genera la leña, Ana y su familia padecen de insuficiencia respiratoria, su nieto de seis meses hace dos semanas estuvo hospitalizado en el Hospital Uyapar en Puerto Ordaz, en este centro de salud no hay recursos para tratar esta patología.
Debido a esto, Maritza García, médico Neumólogo, prefirió mandar a casa al pequeño Simón para que se recuperará. En ese momento le dijo a Ana que cada tres horas por una semana lo nebulizarán con baños de vapor. Esto se logra utilizando una olla con agua hirviendo y con una cocina conectada a gas, pero hace tres meses sufren las penurias de no tener gas en casa.
La preocupación de Ana
La preocupación de Ana la llevó a vender la nevera para comprar algunos medicamentos para así tratar el asma, aunque el pequeño está mucho mejor, Ana no descarta que si continúan cocinando a leña la situación empeorará. Por otro lado, Ana quien es la encargada de cocinar a leña, esto le ha afectado la vista y casi no ve de lejos, estornuda mucho y su respiración es cada vez más acelerada, a sus 60 años siente que no puede más con lo que le ha tocado vivir, por culpa del régimen de Nicolás Maduro. Bolívar la segunda entidad donde más se usa leña para cocinar De acuerdo a una encuesta realizada por el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS), el estado Bolívar es la segunda entidad que usa más leña para cocinar con 48,3%, la familia Hernández lamentablemente es parte de este porcentaje.