Carabobeños expresaron este viernes para el equipo de Todos Ahora distintas opiniones luego de que el gobernador del estado, Rafael Lacava, afirmara que el problema del agua se debe a las sanciones impuestas por Estados Unidos.
Como un intento de “lavado de cerebro» describió esta situación Grecia Castillo, una ciudadana del municipio Valencia. La residente afirmó que los políticos venezolanos buscan convencer con absurdas razones a los pocos creyentes con que cuentan. «Aunque parezca raro, aún hay personas que por una bolsa de comida o 300.000 bolívares al mes creen todas las mentiras de este gobierno».
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Castillo dijo que el conformismo del venezolano llegó a niveles invaluables. Agregó que las psicologías impuestas por el gobierno nacional han condicionado la manera de pensar y vivir del ciudadano. “¿Tú crees que es normal que aún hay quienes piensan que la extensión de la cuarentena es por el coronavirus y no por la gasolina?”.
La carabobeña expresó que a pesar de no soportar la actitud indiferente de los venezolanos ante las decisiones del gobierno, admitió que esta es producto de que el derecho a la manifestación fue clausurado en el todo territorio. “No salen a protestar porque entonces los meten presos y los torturan, está es la realidad de mi país”.
Estrategias baratas, según carabobeños
Por otra parte, el ciudadano Jesús Pérez expresó que el gobernador emplea “estrategias baratas» donde responsabiliza sus malas gestiones a personas que no tienen nada que ver con lo sucedido. “No quieren admitir que su gestión es un desastre y que su único interés es enriquecerse día a día con el dinero del estado».
Además añadió que el problema del agua no es algo de hoy, ni de hace meses, pues llevan años con el mismo mal. «Mi comunidad lleva años esperando unas tuberías, mientras tanto tenemos que pagar cisterna o ir a la pila común y hacer la mega cola”.
Pérez, consternado por la situación comentó que no entiende como un servicio tan importante como el agua sea tan difícil de adquirir en estos tiempos, donde además acotó que el problema no es solo la escasez sino también la calidad “huele a barro y a veces hasta a óxido” finalizó.
