Día 33: La belleza también está en cuarentena

Las mujeres venezolanas tienen fama de ser muy coquetas y siempre estar de punta en blanco. El maquillaje, las cejas, el cabello y las uñas deben estar siempre arreglados y con lo último en tendencia. 

Nadie se imaginaba que este tan aclamado “2020”, iba a traer tantos desajustes en la vida  de muchos. Principalmente a quienes con mucho trabajo lograron hacer crecer sus empresas y convertirlas en referencia. Hoy muchos de ellos tienen la santamaría abajo, la cual los aleja de sus tan anheladas metas. 

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Estefany, una joven venezolana de 24 años, descubrió en la industria de la estética una pasión que la ha llevado a conocer y prepararse acerca del tema de la belleza. Su camino inició hace seis años, cuando comenzó a interesarse en los tratamientos estéticos, y esto la llevó a iniciar un curso sobre depilación facial y corporal.

Luego con el paso de los meses, se dio cuenta que necesitaba poner en práctica todos sus conocimientos, lo que la llevo a conseguir un trabajo en una peluquería reconocida de la ciudad de Puerto La Cruz. 

De emprendedora a empresaria 

Todos los ahorros de cuatro años de trabajo Estefany los invirtió en hacer cumplir su sueño. comenzar a comprar materiales, inmobiliario y aparatos para abrir su propia estética.

Con tres años sirviendo y con una clientela fija y muy fiel, se fueron posicionando en el mercado de la belleza. Nunca se hubieran imaginado que este año, que se pintaba como uno provechoso, fuera a representar el cierre por primera vez de sus puertas. 

Una pérdida irrecuperable en esta empresa de belleza

Estefany describe a este momento como uno de los peores de su vida, no hacer lo que le apasiona, y tener que ver pausado tantos años de esfuerzo y dedicación la ha hecho tener malos días. 

De su empresa dependen directamente seis personas que son cabeza de familia y quienes ganaban semanalmente por porcentajes de clientes atendidos. Esto ha llevado a que muchas de ellas tengan que gastar a totalidad sus pocos ahorros para poder sobrellevar esta amarga situación. 

Su community manager, quien es su amiga desde hace cinco años, también se ha quedado sin ese ingreso que representaba manejar la cuenta de Instagram de su estética, y sin la satisfacción y alegría que representaba manejar contenido para su clientela. 

Indudablemente la vida nos enseña con fuertes lecciones, con las cuales poco a poco nos hacemos más fuertes y resilientes.

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