Antes de todo esto, comenzaba a planificar mis viernes desde el jueves en la noche, qué me iba a poner, con quiénes iba a salir, a dónde iba a ir. Siempre le he tenido aprecio al inicio del fin de semana, tiene una energía diferente, en las calles, en la universidad, en la oficina – en donde “desbloqueábamos” el reggaeton después de las 5: 00 p.m., en general, la vibra del día viernes siempre la había disfrutado.
Desde que comenzó la cuarentena, mis viernes no son diferentes a otros días, simplemente es uno más. Trato de hacer actividades que había abandonado para darle prioridad a otras o por no tener tiempo, pero no logro concentrarme en algo que no sea trabajo y clases online.
Le pregunté a mis amigos si se sentían igual que yo y resulta que hay varios que han disfrutado estar en su casa, sienten que ha sido un break del estrés diario y que en realidad sus viernes no han variado de lo que hacían antes. Otros, sí dijeron que extrañan algunas cosas, como tomarse un par de tragos, ir a bailar, arreglarse de más o simplemente salir a conversar.
Sí, todo se lee muy banal, ¿no? Porque si solo contamos que extrañamos salir a la calle, ¡vaya que lo es! Más cuando piensas en que hay personas que de verdad quisieran poder quedarse en casa y no hacer nada por unos días, pero que su estilo de vida no se los permite y deben salir a trabajar en estas circunstancias.
Yo tenía mucho tiempo sin pisar las calles, hasta hoy. 25 días pasaron para que volviera a ver a mis abuelos, los extrañaba. Extrañaba escuchar sus cuentos, borrar los mensajes viejos en el celular de mi abuela, tomar café con mi abuelo y convencer a mi tío – abuelo de seguir su tratamiento médico. Esta vez no hubo abrazo, beso o saludo físico de por medio, pero sí mucho sentimientos.
Entonces, mientras manejaba por la Cota Mil de regreso a mi casa, con música de fondo, los vidrios abajo, el cabello chocando con mi cara y persiguiendo el atardecer, llegué a la conclusión de que está bien ser banal algunas veces, que detalles tan pequeños de la vida te hagan feliz está bien, que no es el hecho de que sea viernes o cualquier otro día de la semana, es que esas pequeñas cosas te hacen feliz, te llenan y te inspiran.
En la cuarentena, cada quien tiene cosas que extraña, cosas por las que preocuparse y que no está mal hacerlo, porque vivimos realidades diferentes, nos emocionan cosas distintas y buscamos nuestras propias vías de escape.
Hoy decidí abrir una botella de vino, escuchar música y jugar ludo online, mientras hablo por videollamada con mis amigos – si el internet lo permite-, es momento de darle la vuelta a mis viernes de quedarme en casa, ya volverán los otros y serán mucho mejores que los anteriores.