Día 19: El desespero de una Maracaibo apagada

Luce extraño estar vivo y deambular por las calles como si se estuviera muerto. Y es que una ciudad que siempre fue conocida y famosa por su alta temperatura, con un pueblo alegre y ocurrente, se transformó de pronto en un infierno fantasmagórico y horripilante. 

Vivir en la región zuliana se ha convertido en un reto. La esperanza y la fe deben enfrentarse a diario con imágenes en las que mendigos, indígenas hambrientos y la gente que deambula anda como zombies por las desoladas calles, te roban el aliento. Maracaibo tiene mal olor.

Los breves recuerdos de mi vida en Maracaibo

Maracaibo es una ciudad abierta, de un horizonte tan amplio que parece ilimitado. Aunque no nací aquí, tengo recuerdos de parte de mi niñez. La ciudad que anidé en mi infancia se ha expandido en barrios, calles y avenidas que hoy no logro reconocer. De niña me divertía mirar su azul claro de cielo, siempre despejado y ocasionalmente surcado por vuelos de aviones.

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Cuando Maracaibo comenzó a desplegarse más allá de los límites de mi infancia y parte de mi juventud, se me tornó una ciudad hostil. A pesar de que llegué obligada a comenzar mi carrera universitaria la adaptación fue mi única salida. Aunque siempre regreso a ella, porque después de todo es un sentimiento, un poco pegajoso quizás como su calor, como su música, como sus gaitas, como su gente. Es como una emoción compartida.

Maracaibo

Caricatura de la bella

El maracaibero, por lo general, no parece conocer los límites. Y si los conoce los transgrede. La cordialidad se confunde con la amistad y esta suele ser invasiva. Tampoco las normas de convivencia, los mínimos protocolos de coexistencia civil o ciudadana suelen ser muy respetados pues todos somos «primos» o «hermanos». Se es maracucho o no se es nada. 

Quizás la palabra que mejor defina el espíritu de esta ciudad y de quienes la habitan sea la palabra exceso. Todo tiene un carácter tan hiperbólico que deviene irreal, casi fantástico. Se puede conocer el mundo, las más grandes y hermosas ciudades, pero «como Maracaibo no hay dos».

Indescriptible

Actualmente en los hogares zulianos no sólo falta electricidad, tampoco hay agua ni gas. Para estar en el infierno no se necesita morirse, ni haber tenido una vida llena de malas acciones. Maracaibo se convirtió en el infierno, poco se sabe si son días o semanas. La vida se volvió de pronto una penumbra permanente.

Comunicarse es casi imposible. Las compañías de telefonía celular no pueden prestar servicios por los apagones. La empresa estatal CANTV tampoco, comunicarse por Digitel es un milagro, y por Movistar ni contar. A veces toca cargar los celulares en los carros, pero como la gasolina es un tesoro, «no por el precio, sino por la escasez», la posibilidad de comunicarse es cada vez más incierta.

Saber algo aquí, tener una noticia en la que se pueda confiar y creer, es cuestión del cielo. Al parecer nos vamos quedando más aislados, ya las calles parecen las de una ciudad acabada, en guerra, sin luz, sin agua, con colas para para comprar comida y gasolina, esto es la desolación. Cada vez estamos más solos y sin noticias. 

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One Response

  1. Me llamo nosbaldo nacido en maracaibo hospital la Chiquinquirá bueno ley tu comentario y comparto tu ideología pero los que nacemos llevamos el regionalismo en nuestros corazones por lo tanto da dolor ver nuestra ciudad así pero con todo y lo que esta pasando en maracaibo no la cambio por ninguna ciudad de venezuela

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