Por Ricardo Martínez
Si el gobierno se ha caracterizado por algo, es por el empleo masivo y sistemático de la mentira. La mentira entendida como la acción de emitir una proposición contraria a lo que la ciudadanía piensa, ve o percibe. Los ejemplos de las mentiras son bastos y para mencionar sólo uno, sería el de las llamadas “navidades felices” acompañado de que “estas serán las navidades más felices que hemos tenido”. Palabras usadas en la víspera de las navidades pasadas donde se evidenció una disminución dramática del consumo del venezolano, si se compara con navidades pasadas; familias separadas, ausencia de hallacas, fuegos artificiales, salidas al cine o a la playa; todo ello lo padeció la mayoría de la ciudadanía.
La mentira como instrumento político busca dominar, en principio mienten para dominar, pero el tipo de dominación ya no es violenta sino psicológica. La mentira afecta la psiquis y el animo de la ciudadanía. En primer lugar, hay que resaltar los poderosos medios que tiene el gobierno para hacer de la mentira una práctica común, por ejemplo: la amplitud de medios televisivos y radiales que les pertenece, la utilización de Conatel para censurar, restringir o cerrar espacios de comunicación, finalmente la siempre presente amenaza de que, si algún actor opositor emite una proposición contraria a los intereses del gobierno, este puede encerrarlo y por supuesto torturarlo.
Le mienten a la ciudadanía porque afirmar la realidad que padecen los venezolanos sería mostrar la estruendosa falla gubernamental en todos los niveles y el fracaso absoluto de un pequeño grupo qué-de manera vehemente y a través de la violencia- se apoderó deslealmente de las instituciones gubernamentales. Al mentir buscan confundir a la ciudadanía, el ciudadano se pregunta: si no tengo qué comer, ¿cómo es que este personaje dice que estas son “las navidades más felices que hayamos tenido?” Lo confundes ya que el mensaje choca con la realidad, en consecuencia, al no existir una mínima relación lógica entre el mensaje y la realidad, el ciudadano decide no opinar ni pensar sobre política.
Esta confusión tiene enormes y significativas consecuencias en la sociedad, principalmente dificulta el objetivo esencial de los lideres y los partidos políticos que es dar a conocer su ideología, su programa de gobierno, sus grandes bondades y las fallas del contrario. Las personas se apartan de la política, pues esta genera confusión. En segundo término, algunos ciudadanos perciben a la política y particularmente a los políticos como dos caras de una misma moneda que no tiene el mínimo valor. Consecuencia que afecta la generación de la discusión pública de los grandes debates políticos del momento. La política es una actividad noble, desinteresada y que apunta al bien de la comunidad, en ningún sentido es negativa.
Ante tal acción vil, hay que preguntarse: ¿qué pasa por las mentes de los mentirosos?, su mente piensa muchas cosas, pero ellos ni son cristianos y tampoco tienen ética en ningún sentido, su mente está programada para ejercer la maldad, su relación con la realidad está signada por un interés corrupto que es el de controlar el poder político bajo cualquier costo. Para esto buscan confundir a unos ciudadanos que hoy están sobreviviendo pues la comida y la medicina son de difícil acceso trayendo como consecuencia hambre y enfermedad. La mentira no tiene límites, y para mantenerse en el poder el gobierno la continuará utilizando.
Es momento de que los partidos políticos, ONG, profesores universitarios, gremios, sindicatos, estudiantes se unan y construyan un plan de acción para concientizar a la ciudadanía respecto al Estado de Derecho, los Derechos Humanos, la importancia de la libertad de expresión, la necesidad de la separación de poderes. Para de esta manera sentar las bases de una cultura política que permita hacer retornar la democracia y el venezolano pueda desarrollarse libremente.