El discurso-llamado entre los antiguos griegos Logos-es un elemento central en la actividad política ya que permite conocer la opinión tanto de líderes como de la sociedad civil. Desde la Atenas clásica el discurso ha formado parte de la política, quizá uno de los más destacados oradores de esa época fue Pericles, su nombre aún hoy resuena en investigaciones de historiadores y filólogos de la antigüedad. Desde Grecia, y a lo largo de la historia el discurso político ha evolucionado, hoy en día las democracias occidentales apoyadas en los medios de comunicación, gozan de información minuto a minuto sobre el acontecer mundial. Esa interconexión que produce la tecnología cambió la forma de entender el discurso político, ahora lo que dice un alto funcionario británico puede impactar de manera importante en algún país periférico. Se percibe entonces que el discurso es inherente a la política.
Actualmente en Venezuela existe una polarización en el discurso político, confluyendo dos formas de entender y comunicar la realidad, por un lado, el gobierno afirma que es objeto de un ataque sistemático por parte de Estados Unidos, por otro lado, la oposición resalta el carácter autoritario y antidemocrático del régimen. La confrontación discursiva incrementa las tensiones políticas pues cada actor percibe al otro como un enemigo, es un juego suma cero, es decir la lucha es existencial, de ambos actores sólo sobrevivirá uno. De esta manera la posibilidad de un acuerdo es escaza, ya que “discursivamente” los puntos en común no existen.
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La respuesta del gobierno ante la creciente presión tanto de la oposición como de la comunidad internacional ha sido la de militarizar el discurso político, esto significa percibir y comunicar la realidad entendiéndola como una guerra, conflicto armado que tiene como modelo histórico La Guerra de Vietnam, este suceso sirve como base al nuevo discurso militar debido a que fue una lucha contra Estados Unidos y se logró la derrota de esa super potencia. El elemento más importante añadido por el chavismo sería la llamada Revolución Cívico-Militar, doctrina auspiciada por el chavismo desde los intentos de golpe en los noventa, la cual es entendida como la conjunción del civil con el militar para derrotar a los patrocinadores del imperialismo y al imperio mismo, la manifestación empírica de esta doctrina se refleja en la figura del miliciano.
Mantener el discurso es un obstáculo
Mantener un discurso político de esas características obstaculiza la posibilidad de un diálogo creíble y de unas elecciones en condiciones, en primer lugar, en un escenario de guerra latente dialogar con tu adversario se hace harto difícil, pues la magnitud del conflicto te obliga a disponer de los mayores recursos para responder a la situación de guerra y no para dialogar, en segundo lugar, las elecciones están enmarcadas en la constitución, posee plazos fijos y tiempos precisos, en un conflicto bélico el tiempo es incierto y no se reconoce al adversario sino como enemigo existencial ¿cómo ir a elecciones con tu enemigo de armas? Dentro del cuerpo social la militarización del discurso incrementa las tensiones, psicológicamente la ciudadanía experimenta miedo e incertidumbre que vulneran su salud mental y la capacidad de iniciativa para superar la crisis que padece el país. Asimismo, la militarización del discurso aleja la inversión económica puesto que las grandes empresas con capitales frescos no desean invertir ese dinero en países donde el discurso oficial no presagia estabilidad ni crecimiento económico, esto causa un estancamiento económico dramático, lo que suma a la crisis política una crisis económica.
Si el oficialismo continúa militarizando el discurso las condiciones para destrabar la crisis política se hacen deficientes puesto que la presión internacional continuará y a medida que el gobierno resista a ella las sanciones se incrementarán y sus dimensiones serán de amplio espectro, ya se vio como las recientes sanciones a Rosneft Trading no solo impactaron a PDVSA sino a la disminución de las acciones de la estatal petrolera rusa. Por ahora, un diálogo creíble o unas elecciones en condiciones no se visualizan, sin embargo, la militarización del discurso se puede disminuir en función del tipo de presión internacional y las consecuencias profundas de esta en la élite gobernante.
Por: Ricardo Martínez