Fallas en la comunicación política

¿Por qué es tan difícil comunicar por parte de políticos, partidos y gobiernos? Algunas ideas del porque no somos tan buenos comunicando nuestras propuestas a las audiencias

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Comunicación política

Partamos de este principio: para el político, para los gobiernos, para los partidos es esencial comunicar, pero no basta comunicar por comunicar. De hecho, hay que hacerlo bien, clara y estratégicamente.

Y aunque esto parezca obvio en el ambiente político muchos olvidan este principio y cometen errores que ponen en riesgo o acaban definitivamente con una carrera, proyecto o credibilidad de un gobierno. Hay que entender que la comunicación política es un ejercicio permanente y dinámico.

Tanto en el ámbito público como en el privado, el político comunica, con expresiones, declaraciones, gestos o silencios. No se trata tampoco de mantener una imagen externa prefabricada alejada de la esencia del político, el partido o el gobierno. Nada más falso que una “imagen”, lo que queremos mostrar, que no corresponde a nuestra “identidad”, lo que somos realmente.

Cierto que lo asesores de imagen buscan mejorar las capacidades comunicativas de sus clientes, minimizando fallas o errores pero esto no debe ser a costa de construir “alter egos”. Muchas de las fallas en la comunicación política radican allí: imágenes falsas, prefabricadas que una vez descubiertas, transforman al político, partido o gobierno en entidades poco confiables para la percepción de su audiencia que siempre interpretará su mensaje como falso.

Toda “falla en la comunicación política” es, de manera clara y sencilla, la incapacidad de comprensión y entendimiento del mensaje enviado por la entidad política a su audiencia. Esto puede generar cuatro respuestas: una, descrédito porque se considere falso el mensaje, dos, desencanto porque se considere que el emisor no llenó las expectativas, tres, rechazo porque la audiencia no comparte lo dicho y, cuarto, abandono porque no existe conexión emocional y menos identificación con el emisor.

Es importante reconocer que el espacio de lo privado se encoge mucho dentro del mundo político y que todo lo que se haga, tanto en público como en privado, se transforma en comunicación política especialmente en estos tiempos de redes sociales. Es un aspecto que hay que saber administrar.

Un mensaje claro

Si el mensaje, lo que se quiere decir, no está claro ¿Cómo se puede comunicar? En comunicación política es esencial la construcción de mensajes que permitan fijar posición frente a la agenda de opinión pública.

Un partido, un gobierno siempre deben saber cuando y que responder ante los temas de la agenda de opinión. Puede asumir el liderazgo, introduciendo el tema, puede reaccionar cuando el tema proviene del entorno o simplemente, puede callar que, como dijimos anteriormente, también es una forma de comunicar.

Pero esto va a depender de la esencia, conjunto de valores, principios y objetivos, que posea el partido o gobierno y su liderazgo. En el caso del individuo, el político, es recomendable que este tenga, además de un discurso claro, la capacidad de responder, pero también de aceptar, de forma sabia, que no es un “todero” y que habrá áreas de conocimiento en donde su alcance es limitado. Es preferible callar o esquivar que demoler una buena imagen.

Además: ¿Quién dijo que el político debe saber de todo? Primero eso no es creíble, segundo permite demostrar que se trabaja en equipo y se suple la deficiencia con el apoyo de otros más expertos, tercero que el político es un líder capaz de aglutinar gente valiosa a su alrededor. Esta aparente “debilidad” muestra su lado humano, sincero lo que se transforma en un preciado capital de imagen en estos tiempos de falsas imágenes y acartonamientos.

La técnica

Establecer un mensaje claro y una identidad-imagen coherente no significa la ausencia de una estrategia para potenciar nuestras fortalezas comunicacionales y minimizar nuestras debilidades. Es una técnica que involucra varios aspectos.

El desarrollo de la personalidad a través de la práctica. Que, en estos tiempos, radica en la seguridad, la coherencia y la capacidad de responder frente a los imprevistos en el momento de comunicar. Es como un entrenamiento físico, en donde la práctica regular en la comunicación del discurso, en la selección de los temas a tratar, dan fortaleza. Incluso nos acondiciona y prepara para enfrentar circunstancias que nos saquen de nuestro discurso. La practica nos permite serenidad frente a momentos fuertes, preguntas insidiosas, ataques directos al hacer gestión de las emociones.

Tener una estrategia. Tener un mensaje nos resuelve la pregunta del que comunicar, tener una estrategia nos resuelve la pregunta del cómo. La estrategia define los canales de comunicación, los tiempos para comunicar, que hacer y que no, como enfrentar contingencias. La estrategia es un mapa de acción que nos permite navegar en las turbulentas aguas de la opinión pública evitando ya sea por exceso o por falta de mensajes, tener deslices a la hora de comunicar.

La relación con los medios, las redes e influencers. El político, los partidos o gobiernos deben entender que si hay alguien importante en su equipo es el área de comunicaciones. No solo en la construcción de discurso, la conciliación identidad-imagen sino también en cómo se debe utilizar los múltiples canales y rutas de comunicación existentes hoy por hoy. Entender que en nuestra sociedad no solamente los medios tradicionales son canales, sino que existe la oportunidad de comunicarse directamente con la audiencia a través de las redes, lo que, bien manejado, refuerza la credibilidad y cercanía de la entidad política.

El líder del equipo de comunicaciones no puede ser relegado a una segunda instancia de implementación. Debe ser parte integral de la formulación de las estrategias de comunicación y gabinetes de crisis del equipo de marketing político.

Dicho esto, uno de los mandamientos de la comunicación política. El no mentir ya que, al descubrirse, que tarde o temprano ocurre, erosiona la credibilidad frente al ciudadano y, en especial, frente a redes, medios e influencers haciendo que la imagen construida durante años se destruya en un abrir y cerrar de ojos. Hay que entender, sin embargo, que los gobiernos algunas veces deben mantener ciertos temas ocultos por razones evidentes de seguridad, pero incluso en estos casos hay que estar preparados para responder y reconocer minimizando los impactos.

Aquí hay que hacer un aparte. Comprender que la lealtad de los medios, redes e influencers siempre estará al lado de sus audiencias, no de la esfera política. Por lo que la relación con estos actores comunicacionales no es de amistad y debe ser tratada de manera profesional, con respeto, sin confidencias, compromisos de exclusividad o dependencias.

Un buen consejo final: “si no quiere que algo se sepa, es mejor que no se diga.

 

Autor: Pedro Ochoa

 

 

 

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