Entrevista imaginaria a la Migración Forzada Venezolana: ¡Le tengo miedo a la vejez, pero no a la muerte!

Redacción: KDDF

Esta entrevista se llevó a cabo en un pequeño restaurante de una calle muy famosa de la zona; aquel sitio estaba decorado con tonos cálidos que recordaban un lugar en común en nuestro imaginario; había un olor a café que embriagaba a quienes merodeaban por aquel local.

La entrevistada llegó puntual, parecía un poco dispersa como si estuviera fuera de sí.

Entrevistadora: He estado leyendo sobre ti y me he dado cuenta que para muchos eres un fenómeno nuevo que pareciera cobrar más vigencia en este último año, pero, ¿hace cuánto que te hiciste presente?

MIVE: Soy casi una niña la verdad, sin embargo, no es algo que haya ocurrido hace poco, de hecho, la ONU comenzó a registrar mis movimientos a partir del año 2015, cuando apenas éramos 695.000 personas movilizándonos por el mundo. Claro soy consciente que jamás me podría comparar con la migración cubana que data desde 1959, al lado de ella soy solo una niña solitaria.

E: Ya veo – ante sus ojos Mive se encogía y parecía hacerse pequeña – ¿Te consideras fácil, apresurada o quizá precipitada?

M: En ninguna circunstancia podría ser fácil, mi naturaleza no me lo permite – se ve en sus ojos tristeza- ya quisiera yo ser algo distinto para todos – suspira – con respecto a si soy apresurada o precipitada, pues considero que cada persona se toma su tiempo para decidir si hacerme parte de ella o no, es un proceso sumamente complejo que no se puede generalizar, hay quienes lo evalúan por seis meses, un año o hasta dos para tomar la decisión – Mive pierde su mirada en algún punto que solo es visible para ella – una vez que me escogen, difícilmente hay vuelta atrás.

E: La ONU expone lo siguiente, “Huir de la violencia, la inseguridad y las amenazas, así como la falta de alimentos, medicinas y servicios esenciales (…) Sumado a los acontecimientos políticos, de derechos humanos y socioeconómicos que se desarrollan”, como principales causas por las que las personas deciden salir de ese país que habla cantando, como decía Conny Mendez, ¿cuáles son las razones de tu existencia?

M: Por los caminos de Aragua …- entona melancólica Mive – ¡qué hermosa es esa canción! – Vuelve su mirada al entrevistador – cada quien tiene su motivo particular, pero todos se encuentran unidos en un mismo hilo, que sin duda la ONU supo plasmar bien. Venezuela ese país que habla cantando, hoy entona una de las situaciones más complejas de la región, es una melodía triste que anuncia mi presencia y da paso a las despedidas.

Hacer colas por horas y no encontrar los productos; no tener el dinero para acceder a alimentos o medicinas; la inseguridad; la inestabilidad económica; el constante atropello de los derechos de los venezolanos por parte de las autoridades; los jóvenes que temen por sus estudios y su futuro, es un todo.

E: ¿Qué cosas viajan contigo en tu maleta?

M: Poco, si fuera tú yo me preguntaría, ¿qué cosas no cupieron en tu maleta?, allí tendrías una verdadera respuesta.

La entrevistadora la mira y le hace un leve gesto con la cabeza para que responda la pregunta que ella misma se ha elaborado.

M: Mi hermano, mi papá, mi abuela, mis hijos, mis perritas, mis amigos, mi familia, mi computadora, mis libros, la universidad, mis peluches, mi ropa, mi cama, mi hogar, mis gatos, mis fotos, todos mis recuerdos, toda una vida – toma una pausa porque su voz se ha quebrado, de sus ojos brotan cristalinas gotas que pronto se apresuran a hacer su recorrido – Yo dejé mi vida allá, cada quien le toca distinto, por ejemplo, hay quienes toman la decisión de ir conmigo en familia y están los que van solos, yo soy su única compañía, y esto sin duda hace la diferencia en muchos casos.

Pero al final, hacer el equipaje para mí fue como meter mis 41, 22 o 33 años de vida en una sola maleta para iniciar una nueva vida en algún lugar remoto de este amplio mundo. Se dejan tantas cosas allá y solo uno puede viajar con los recuerdos, es difícil – se rompe a llorar por quizá 5 o 7 minutos -.

E: ¿Cómo se siente emigrar?

M: Yo soy una real cachetada de soledad, abofeteo a la gente sin piedad – emite un pequeño sonido similar a una risa reprimida – hay días buenos y días malos; para algunos significa cambiar unos problemas por otros y comenzar desde cero; es complejo e incluso hay quienes siente culpa de tener la oportunidad que otros no.

Al final puede ser una buena decisión, pero sin duda, soy un crecimiento personal, emocional y espiritual muy grande para todos y esto es lo que me da un poco de paz cuando intento dormir por las noches.

E: ¿Eres fácil o difícil?

M: Recuerdo haberte contestado que no era fácil – pronuncia un poco molesta por la reiteración – lo que sí te puedo decir es que hay quienes ven cosas positivas en mí, por ejemplo, aprender cosas nuevas o acostumbrarse a tener una calidad de vida distinta y con más calma a la anterior, pero todos, todos… – hace un hincapié bastante específico – coinciden en que soy difícil porque soy la viva representación de tener que dejar a personas muy queridas; de comenzar solo y no tener quien te haga compañía; de sentirte perdido, con incertidumbre y no saber cómo desenvolverte para encajar,; soy un balde de agua fría.

E: Como bien dices eres complicada y toda dificultad tiene sus días oscuros o tristes en donde sentirse vulnerable está a la orden del día, ¿qué haces para animar a quienes te acompañan?

M: Los venezolanos son personas bastante aguerridas y tratan de ser ¡echados pal ante!, como les gusta autodenominarse, pero en los días donde sé que no estamos bien, a veces nos llevo a algún lugar para conocer algo nuevo; nos ocupo con labores; llamamos a la familia; vamos a la iglesia; recordamos todo lo que hemos logrado hasta ahora, pero a veces simplemente lo dejo ir, dejo que fluya el sentimiento en nosotros, los venezolanos y yo, y nos damos el permiso para llorar.

Cada bajón es distinto, así que me adapto a lo más oportuno según la ocasión.

E: ¿Qué cosas extrañas de tu país?

M: Todo, el clima, la gente, la comida, las costumbres, mi casa y dos cosas que no tienen un vínculo directo a simple vista, pero extraño la playa y todos esos recuerdos que viven en los aires de nuestras costas y la familia, esa que está allí y la que está esparcida por el mundo – suspira – extraño tener un hogar.

E: ¿Tienes miedo a envejecer?

M: Este café me recuerda al guayoyito que me hacía mi abuela en las tardes – comenta mientras bebe un sorbo – completamente – hace una pausa y aspira el aroma de su taza- le tengo miedo a la vejez, pero no a la muerte.

E: ¿Podrías explicarlo por favor?

M: No quiero seguir envejeciendo, pero tampoco hablo de ser «joven por siempre», como dice la canción, es simple, ¡quiero morirme ya! Mi presencia en esta vida significa que el dolor sigue en mi país, yo soy la prueba tangible que tiene el mundo para entender la magnitud de nuestros problemas.

Yo soy el hambre, las muertes, la crisis, el abuso de poder, soy todos nuestros demonios empujandonos a otras tierras, yo no soy Mive ese nombre tierno que todo este tiempo has pronunciado, yo soy La Migración Forzada Venezolana y eso me agota, me hace sentir miserable, me da tristeza y me hace desear una cosa.

Si yo tuviera el poder de quitarme la vida, ¡juro que lo haría! Porque de esa forma sabría que en mi tierra, esa de la gente noble, chalequeadora y echada pal ante, está bien otra vez, está en libertad. Al final, deseo ser un recuerdo; estar en los libros de historia como un momento único en donde los venezolanos por primera vez se volvieron unos emigrantes; pero solo eso quiero ser, un recuerdo.

E: ¿Cómo te gustaría ser recordada?

M: Realmente deseo que los venezolanos aprendan de mí que la en la vida hay momentos buenos y malos, pero que en ellos hay oportunidades y hay que tomarlas; que no podemos vivir en el pasado; que con esfuerzo y paciencia todo se logra. Sé que hay venezolanos en este momento aprendiendo a soltar y tener confianza plena en Dios y sus designios; creciendo como persona; viendo que son más fuerte de lo que creían y que la vida es lo que uno haga de ella.

Cuando ya no esté más aquí, quiero que me recuerden como esa ocasión para experimentar algo nuevo, esa segunda oportunidad. Que recuerden que yo representé un crecimiento en todos los sentidos y, sobre todo, que algo es imposible solo hasta que lo hacemos posible.

Mive al terminar la entrevista se despidió dejando solo, en su puesto, una pequeña taza con olor a café, de ese que nos hace viajar a todos a un mismo lugar, Venezuela.

Esta entrevista imaginaria fue construida con las respuestas de venezolanos que forman parte de la migración forzada venezolana y que ahora se encuentran en todas partes del mundo, gracias por su colaboración.

Daniedua23

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