Elección inconstitucional no contará con respaldo internacional

En mis artículos anteriores he explicado detalladamente la puesta en marcha de una maniobra desde el régimen para utilizar el TSJ, avalándose en una supuesta “omisión legislativa” por parte de la legitima Asamblea Nacional, para designar a los rectores del CNE. Tal acción va en detrimento de la sociedad venezolana en su conjunto, que necesita urgentemente salir de la crisis política que obstaculiza la apremiante redemocratización del sistema político venezolano. 

La redemocratización sólo es posible a través de un proceso de negociación serio y creíble, que derive en elecciones fiables las cuales restituyan las bases democráticas del poder político en Venezuela. Esta dramática crisis local, es decir de los venezolanos, por su profundidad se ha internacionalizado, trayendo consigo dos efectos, el primero es el desarrollo de una Emergencia Humanitaria Compleja estimulada por los casi 7 millones de venezolanos que  han migrado buscando mejores oportunidades de vida en otros países; el segundo es geopolítico, y es que bajo el actual régimen nuestro país sirve de asiento para Estados como Irán, China o Rusia, quienes están abiertamente enfrentados con la potencia más grande del mundo, y que se encuentra en este hemisferio, EE.UU. 

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En los últimos años, ante el lamentable incremento de venezolanos migrando a países del mundo y la región, así como el afianzamiento de lazos políticos, económicos y militares del régimen con Rusia, China e Irán; ha habido una férrea respuesta de la comunidad internacional. Dicha respuesta se enmarca en una sistemática presión internacional, que teniendo como hito el reconocimiento de la comunidad internacional a Juan Guaidó, y a la Asamblea Nacional como única institución democrática en Venezuela, ha  alineado a los actores más importantes de la comunidad internacional (OEA, Unión Europea, EE.UU, Grupo de Lima e incluso la ONU, que ha tenido algunas posturas interesantes) para arrinconar al régimen y buscar que sus máximos representantes formen parte de una transición negociada, pacífica y democrática. 

¿Qué pasaría ante una elección?

Ante la pretensión actual de realizar una elección parlamentaria sin la aprobación de la Asamblea Nacional, es claro que la comunidad internacional, interesada en que la crisis política de Venezuela se solucione de manera coherente, no reconocerá tal acción. Principalmente porque existe un consenso general en que la AN es la institución que fielmente expresa la voluntad ciudadana; en segundo lugar y aparejado a lo primero, desde la comunidad internacional se cuestiona la legitimidad del régimen, que intentaron refrendar en  las presidenciales de 2018 pero que internacionalmente ese proceso electoral careció de validez; en tercer lugar, se ha responsabilizado al régimen de que a través de su equivoca política económica y su ataque a la Asamblea Nacional ha generado el éxodo de venezolanos más grande de la historia del continente y que hoy afecta a Colombia, Ecuador, Perú e incluso a Chile, que ante la pandemia del coronavirus tienen que lidiar con cientos y millones de venezolanos que necesitan vivienda, trabajo y comida.  

Por otro lado, los estrechos lazos que mantiene el régimen con Irán, que le permitió recientemente abastecer el deteriorado mercado venezolano de gasolina, es una piedra incomodísima para EE. UU que geopolíticamente no le conviene la presencia de células iraníes en el continente. Como señalé más arriba, la comunidad internacional rechazará las elección parlamentaria que ejecute el régimen y continuará haciendo llamados constantes al diálogo como mecanismo para aliviar la crisis política venezolana. Con todo ello, salta a la vista que la crisis venezolana, en vez de aliviarse tras la elección parlamentaria, se profundizará ya que el gobierno arremeterá, a través de una dudosa elección, contra la institución que simbólica y fácticamente aglutina a las fuerzas opositoras. En su narrativa, el régimen, dirá que controla todos los poderes públicos y el escenario se complejizará aún más, de manera que negociar será harto difícil por la profundización de las asimetrías entre el gobierno y la oposición. 

Por: Ricardo Martínez

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