El rock en la cultura venezolana
El rock nace en medio de un panorama mundial complejo, el mundo atraviesa una tensa paz entre potencias con el fin de la primera guerra mundial, las pérdidas humanas y económicas son exorbitantes, el mundo se oscurece y surgen los auges nacionalistas que llevarán a la humanidad a una segunda guerra –más cruenta y desgarradora que la anterior- que no finalizará hasta el septiembre del año 45’.
Tras las dos largas guerras el mundo tampoco parece demasiado seguro y pacífico. Un mundo destruido debe reorganizarse y repensarse, viviendo el período de postguerra, donde la Guerra Fría es un hecho que amenaza a la humanidad con desencadenar una tercera guerra mundial y donde en Estados Unidos la comunidad afroamericana reclama sus derechos en un mundo que parece democratizarse y decirnos que todos somos iguales.
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Es en este contexto turbulento en que una población marginada, sin voz ni opinión real en el acontecer mundial, consigue su expresión cultural en un nuevo género musical que los identifica y representa: la juventud. Un símbolo de libertad, empoderamiento y rebeldía que buscaba desplazar las creencias antiguas de sus padres y abuelos para darle a esa juventud una conciencia social propia; después de todo, si esas viejas generaciones habían desatado dos guerras mundiales y destruido nuestro mundo… ¿qué podían tener de buenos?
El origen del rock en Venezuela
Este entorno histórico no es demasiado ajeno a Venezuela. Una república sudamericana que recién en 1945 estaba ensayando su primer intento de democracia fallida y que en 1948 los militares –como en tantos otros países de la región- habían tomado el poder para instaurar una dictadura. Esto por consecuencia traería una serie de persecuciones, cese de libertades civiles, censura y, por ende, atrasos de la cultura mundial. Así sólo unos pocos privilegiados llegarían a conocer este nuevo género denominado rock & roll.
No sería hasta los años finales del régimen militar, con su caída entre 1957 y 1958, y el reinicio de la república democrática, que el rock empezaría a tener un auge nacional, en un país en que predominaban los ritmos afrocaribeños. Primero llegando a los cines de clase media con películas como “Semilla de Maldad” y “Jailhouse Rock” y, posteriormente, en la radio con los disc jockeys Eduardo Morel en su programa “Traga Diez de los Éxitos” y Oswaldo Yépez en “Marcador Musical”.
Esto provocará la popularización gradual de este género en los jóvenes del país quienes en 1958, en la ciudad de Maracaibo, en el Club Creole, empezarán los primeros intentos de hacer rock and roll venezolano, influenciados a su vez por la cultura gringa de las empresas petroleras estadounidenses que se establecían en el estado zuliano. Dándose así el origen de “la historia del rock en Venezuela” (Javier Weyler – 1997, UCAB, Caracas) y los primeros pasos de este género en el país para que en los años 60’ puedan nacer las primeras bandas nacionales como Los Supersónicos, Ladies W.C y Los Impala –por mencionar algunos-.
El rock como expresión de protesta y su visión antisistema
Establecido el rock en Venezuela y sus intentos de modificación y mezcolanza con otros ritmos en la década de los 60’, iniciará, a finales de esta década e inicios de los 70’, la música de protesta, popularizándose velozmente en la juventud venezolana. Nacida esta forma de expresión lejana al rock y con la influencia del folk norteamericano y la trova cubana, tendrá por representantes a cantautores como Alí Primera, Gloria Martin, Xulio Formoso y José Tejera.
El rock nacional y latinoamericano, años más tarde, con el rock mestizo y el ska, tomará la influencia de estas canciones de protesta, que versaban sobre las paupérrimas situaciones sociales y políticas de Hispanoamérica, y las tomará como suyas propias para integrarlas al género.
Asimismo con la llegada de los años 80’ se reimpulsará el rock y sus variantes como el género musical que por excelencia representará a la juventud del país, con la gestación de bandas nacionales como La Seguridad Nacional, Sentimiento Muerto, Zapato 3 y Desorden Público; bandas punk rock, postpunk y ska-punk que buscaban dar un mensaje de liberación contra “el sistema” y la autoridad para generar un sentimiento de rebeldía y anarquismo.
De esta forma se verán influenciadas las bandas de rock nacional de los años 90’ y del nuevo milenio, por sus antecesores y canciones de protesta, como “Políticos Paralíticos” (1988), de Desorden Público, y en el ámbito internacionales canciones como “Desapariciones” (1992) –escrita por Rubén Blades-, interpretado por la banda argentina Los Fabulosos Cadillacs, y “Abuso de Autoridad” (1991), por la banda mexicana El Tri.
El Rock Nacional: Presente, Futuro e Importancia
Con estas influencias que incluirán sonidos de décadas previas y la integración de ritmos afrocaribeños, tecno, rap y reggae, nacerán en un campo rico, diverso y ampliamente variado, entre los 90’ y los 2000’s, bandas como Candy 66, King Changó, Los Amigos Invisibles, Malanga, Caramelos de Cianuro, Los Pixel, Levítico, La Vida Bohème, Tomates Fritos, Los Mesoneros, Viniloversus, Charliepapa, La Pequeña Revancha, Americania, Rawayana, entre otros.
Con la llegada de la crisis nacional muchas de estas bandas se vieron en la necesidad de abandonar sus proyectos, cerrándose también los festivales musicales o reduciendo sus presupuestos; otros, con más suerte, lograron renovarse e irse al extranjero, lugar en los cuales han alcanzado reconocimiento mundial, donde bandas como La Vida Bohème (LVB) ganaron su primer Latin Grammy por su álbum “Será”, como mejor álbum de rock en el 2013, y en el 2014 su segundo Grammy por “Flamingo” como mejor corto musical.
Por otro lado, ligado a las canciones de protesta y en el contexto de la crisis venezolana, han salido a la luz canciones como “Nicaragua” (2010), “La Sangre y el Eco” (2013) y “El Milagro del Sur” (2017) de la LVB. Otras bandas como Viniloversus han dejado en la cultura joven canciones como “Ares” (2012), un himno dedicado a la “memoria de todos los que han perdido la vida luchando por la paz en Venezuela”.
Es así como el “rock nacional” (variado y mezclado con diversos géneros) ha desarrollado espacios de interconexión con la juventud venezolana, cuyo género desde sus orígenes fue el camino y la voz de esta población discriminada y excluida de los eventos mundiales, dándoles un sentido de identidad y representación, forjando una conciencia con su entorno y como individuos en el acontecer social, y que los ha acompañado en el sentimiento de la continua lucha de un país sometido al caos y la corrupción, con cantos antisistema y contra la autoridad pero también en la búsqueda de la paz de todos nosotros.
La historia del rock venezolano –si bien difícilmente se le pudiera hacer justicia en un solo artículo por tratarse de un tema amplio e interesante- está íntimamente ligada a la historia cultural de nuestro país, siendo nuestro país, Venezuela, junto a México y Argentina, uno de los principales países de Latinoamérica en explotarlo y empoderarlo como suyo propio.
Para los jóvenes venezolanos –tanto de este siglo como lo fue en los años 60’ con su llegada- es una forma de expresión cultural y colectiva de rebeldía y liberación de todos y cada uno de nosotros ante un mundo injusto que los excluye y silencia; un género que les da voz y sentido, que los une e inspira y que vino para quedarse y marcarlos de por vida.
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