Distanciamiento social más descontento social

Desde la llegada del Covid-19 a Venezuela la acción gubernamental ha sido instaurar un distanciamiento social, a través del decreto de Estado de Alarma. Dicha acción pretende aminorar los posibles contagios de esa pandemia, que en países donde no se ha tomado esa medida el incremento del contagio ha sido exagerado. Tal como en España o Italia.

En Venezuela la ciudadanía se ha visto en la necesidad de acatar lo dispuesto por el régimen, principalmente para sobrevivir.

El Estado de Alarma es una herramienta jurídica-política dispuesta en el artículo 338 de la Carta Magna. Sin embargo, la utilización que le confiere el régimen se centra en frenar las capacidades que puede tener la oposición para organizar una protesta pacífica, como las que desde principio de años se vienen desarrollando en todo el país.

Ahora es noticia: ¿Cómo impacta el Covid-19 a los venezolanos?

El Estado de Alarma trae aparejado el distanciamiento social, impuesto a la ciudadanía y aceptado no por la credibilidad del régimen sino por la convicción de la ciudadanía en que si no se toma dicha prevención, sus vidas correrán peligro.

Es errado pensar que la legitimidad de desempeño del régimen es el criterio que toma en cuenta la ciudadanía para acatar el distanciamiento social, sólo y llanamente la supervivencia eso es lo que desea el venezolano ahora: sobrevivir.

Lo social en el venezolano

Lastimosamente, sobre esa materia, los venezolanos conocen bastante. Han tenido que sobrevivir a una política gubernamental ineficiente y corrupta, que como efecto ha generado una hiperinflación desmedida que acabó con los ahorros de los venezolanos.

Un estancamiento económico que ha empujado al cierre de miles de empresas, una política social mal planificada y peor ejecutada, entre otros males.

La sociedad venezolana acostumbrada a esto, tiene hoy una prueba mucho más difícil. Resistir la embestida de una pandemia en un país, donde las condiciones sanitarias se equiparán a las de Haití.  

Dispuesto lo anterior, se acata el distanciamiento social pero más que nunca se tiene presente el descontento social, que ha sido un elemento reiterativo durante las dos primeras décadas del siglo XX. Esto, se viene incrementando en los últimos años por la ineficiencia desmedida del régimen.

Dadas las condiciones de salubridad en Venezuela protestar, en estos momentos, no sería conveniente más bien contraproducente. Pues los niveles de contagio se incrementarían y ya se sabe la limitada respuesta del sistema de salud venezolano.  

¿Alguna trama en todo esto?

Como se señaló más arriba, detrás del Estado de Alarma se encubre la pretensión del régimen de obstaculizar las protestas. En segundo lugar, ya inició la búsqueda de un enemigo externo – elemento muy característico de ellos – la solicitud que le hicieron al Fondo Monetario Internacional (FMI), representó una movida para distraer la atención internacional.

Ya sabían que el FMI no le iba a prestar, ahora todo apunta a que van a señalar a ese organismo multilateral como el responsable si llegase a profundizarse la crisis sanitaria en Venezuela por el Covid-19.

Responsabilizar a los otros es una estrategia que el difunto aplicaba. Siempre fue el imperio el responsable de los males políticos y sociales de Venezuela. Pese a ello, la ciudadanía conoce bien esa retórica y sabe quiénes son los verdaderos responsables de la profunda crisis política y social del país.   

Es trabajo de los líderes políticos, sociales, empresariales, gremiales señalar que Venezuela desde hace años viene sufriendo las consecuencias de un Socialismo del Siglo XXI retrogrado, que ha sumido en la miseria a toda la población.

Las condiciones sanitarias, la crisis de los servicios públicos, la escasez de gasolina y las deficientes condiciones del transporte público son males viejos y que hoy frente al Covid-19 representan elementos que imposibilitan un tratamiento social y sanitario adecuado para la protección de los venezolanos. Especialmente de las personas mayores de 65 años, quienes según las estadísticas son los más vulnerables.

Por: Ricardo Martínez

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