El año 2017 se caracterizó por disparar la tensión dentro del sistema político venezolano, a nivel interno las radicales protestas ciudadanas por casi tres meses y la renuncia de Luisa Ortega Díaz como fiscal de la república representaron hechos políticos de significativo impacto para el sistema político, adicionalmente desde el vector internacional se incrementaron las presiones especialmente en contra del régimen, en dicho año se conformó el Grupo de Lima y EE.UU fue de manera incremental presionando a través de su activa política exterior al régimen. En el año 2018 y los años siguientes la administración Trump decidió intensificar progresivamente la presión. Actualmente, estamos transitando de la presión internacional al cerco internacional, las afirmaciones de Donald Trump así lo dejan entrever “Lo tenemos rodeado a un nivel que nadie conoce, algo pasará. No vamos a aguantarlo mucho tiempo”.
Cuando el sentido común nos sugería que las presiones internacionales hacia Venezuela perderían fuerza, por la irrupción del coronavirus en la sociedad mundial, resulta que para los decisores de Washington fue una oportunidad para intensificar la presión, identificaron la vulnerabilidad del adversario y decidieron asediarlo. El cerco internacional que ahora padece el régimen está representado por el conjunto de acciones diplomáticas, políticas, financieras y militares que, desde la administración de Trump buscan arrinconar a la élite dominante del régimen y aislarlos sistemáticamente hasta que no les quede otra opción que sentarse a negociar con la oposición política. Pero con garantías y condiciones que le den credibilidad a la negociación.
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Otro elemento a resaltar, es que si bien el cerco internacional es promovido por EE. UU tiene la anuencia de los países con mayor influencia en la región, estos en bloque presionan a través del Grupo de Lima.
¿Cómo se evidencia el cerco internacional?
Dos hechos políticos que vimos recientemente dan cuenta del cerco Internacional: tanto el cierre Directv como las amenazas de EE. UU a los cinco buques iraníes que se aproximan a nuestras costas cargados de combustible. Dichos sucesos se derivan del cerco Internacional.
En el caso de Directv se puede señalar que la empresa se vio obligada a dejar de operar ya que el régimen se negó a retirar de la parrilla de programación algunos canales sancionados por Estados Unidos, tal negativa obligó a Directv a salir del país apegándose al “sobrecumplimiento de la sanciones” que es la acción en la cual una empresa prefiere dejar de relacionarse con un ente sancionado, así se pueda lidiar con las sanciones, antes de arriesgar su credibilidad con los Estados Unidos.
Por su parte, la amenaza que realiza Norteamérica en contra de los buques iraníes es una maniobra disuasiva que busca torpedear la llegada de ese combustible que, pese a la dependencia petrolera que ha padecido la economía venezolana se caracteriza por ser monoproductora de petróleo que producimos petróleo y tenemos empresas de refinación, representarían un alivio momentáneo al déficit de combustible que impacta al país.
Mientras se fragua el cerco internacional algunos sectores de la sociedad civil han sugerido un acercamiento entre el gobierno y la oposición que, desde la estrategia de Guaidó es momentáneamente irrealizable. El sector opositor busca consolidar sus relaciones con los países y las organizaciones de la región para contar con ese apoyo cuando le toque asumir posición en una negociación factible. Por tal motivo, en días recientes hemos visto a Guaidó reunirse con Luis Almagro (OEA), con Martín Vizcarra (Perú) y con Lenin Moreno (Ecuador).
Indudablemente el cerco Internacional está debilitando al régimen. Principalmente incrementando los niveles de descontento popular y de conflictividad social, el régimen ha descuidado a la ciudadanía, hoy en día aquel no posee las instituciones ni las capacidades para cubrir las demandas más esenciales del venezolano y a ello se le agrega el constante Cerco Internacional que asedia al régimen. Se vienen días difíciles para el régimen y también para los venezolanos que nos toca vivir en el colapso social.
Por Ricardo Martínez
